El fundador (The Founder) 2016.

Últimamente, si eres fan del género del biopic estás de enhorabuena, pues no dejan de llegar ciertas sorpresillas muy agradecidas que, sean fieles o no a la realidad, resultan muy interesantes. Por aquí ya comenté Spotlight, que no termina de entrar del todo en género (es más bien periodística o histórica, no se centra tanto en la vida de una única persona) pero merece ser resaltada, también destacan Atrápame si puedes, Dolor y dinero, I love you Philip Morris, la infravalorada Al encuentro de Mr. Banks… esta última está dirigida, precisamente, por el mismo tipo que la película de esta reseña, John Lee Hancock, prácticamente desconocido y con apenas cinco obras en su haber. Solo he tenido la oportunidad de ver los dos biopics que ha hecho, el de la autora de Mary Poppins y el del fundador del McDonalds. Ya os imaginaréis que la primera me gustó, ¿pasa lo mismo con la segunda?

Antes que nada, mencionar que la historia de Ray Kroc y cómo se quedó con el imperio iniciado por los hermanos McDonalds es apasionante. Conozcas esta película o no, merece la pena echar un vistazo a la misma, porque tiene tela, realmente es un diamante en bruto para un filme. Se trata de un vendedor fracasado, casi en la ruina, que ve la oportunidad de expandir el negocio de los hermanos que darían nombre a una de las franquicias de comida rápida más famosas que existen. Éstos iniciaron un sistema para elaborar y vender hamburguesas, tan rápido y económico que posteriormente fue copiado por casi cualquier otro restaurante familiar. Pero para que eso ocurriera, alguien debía ver las posibilidades y llevarlo por toda América y, finalmente, por todo el mundo. No es una empresa fácil, y menos en aquellos años, cuando algo así todavía no se había hecho, no con una franquicia de restaurantes. Ray, todo sea dicho, se lo curró bastante para que eso fuese posible, no sin ayuda, pero precisamente codeándose con la gente adecuada y… siendo en ocasiones poco escrupuloso. Todo esto mientras los hermanos trataban de cortarle las alas, buscando que «sus» restaurantes fuesen tal y como ellos consideraban que debían ser. Control de calidad, lo llamaban.

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Lo que representa la película con esta premisa es la lucha de las dos formas de entender el capitalismo: el más salvaje, que no entiende de piedad para quienes se suponen que son tus socios y el más honesto, que sobre el papel es el más justo pero en la vida real es, por desgracia, el que acaba fracasando miserablemente. El filme expone esto con elegancia e inteligencia, sin llegar a posicionarse, de una forma incluso bastante didáctica. Cuando se explica el sistema de los hermanos McDonalds prestas la misma atención que en una clase interesante y curiosa, y lo exponen de una manera sorprendentemente ágil. La verdad es que el director se las apaña para ser meticuloso con los detalles en todo momento sin olvidar desarrollar a sus personajes, expositivo pero sin sobrecargar, sabe bien qué mostrar y qué no. Lo cual le sale de lujo, ya que cuando acaba el filme no sientes haberte perdido nada relevante, ni haberte aburrido con tonterías y además puedes sacar tus propias conclusiones, porque no termina por decantarse por ninguno de los dos bandos. Todo esto sin edulcorar a su protagonista, muestra exactamente lo que hizo en la vida real (contrastable en Internet), tanto lo meritorio como lo vengativo y rastrero. Y por eso funciona.

Funciona porque la figura de Ray Kroc está bien aprovechada. Puedes entenderle, puedes llegar a posicionarte a su favor en algún momento de la película (los hermanos McDonalds, aunque no merecían lo que les acabó haciendo, no le dieron facilidades al principio), y luego indignarte al ver cómo la fama y el éxito acaban apoderándose de sus acciones. Es un anti-héroe imperfecto, la típica figura exitosa con cadáveres en el armario, que amasa dinero con el sufrimiento y el talento de otros. Pero todo esto sin olvidar que conseguir ese resultado tampoco es cosa de cruzar los brazos y ser un cabrón sin más, antes de eso debes ser avispado, saber ver la oportunidad cuando llega y esforzarse para que salga bien, con ensayo y error si es necesario. En ese sentido, está muy bien desarrollada, y Michael Keaton sabe darle la personalidad y el carisma que un «personaje» así precisa, aunque no se pareciese al original físicamente ni en el blanco de los ojos. Él es quien lleva todo el peso del filme y lo hace muy bien, demostrando que su paso por Birdman no fue flor de un día, que está viviendo una segunda época dorada con obras como esta, Spiderman Homecoming o Spotlight.

En definitiva, muy recomendable, me gusta incluso más que la anterior de su director. Está hecha con bastante mesura y oficio. No es rompedora, ni sensacional, pero si bastante entretenida e interesante. Que no es poco, especialmente tratándose de un biopic relacionado con la comida rápida.

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