X-Men Orígenes: Lobezno (X-Men Origins: Wolverine) 2009.

Toda la vida siendo fan de Lobezno y deseando ver una película del famoso canadiense de las garras, sobre todo tras lo entusiasmado que estaba al ver cómo lo habían reflejado en la trilogía original de X-men, donde prácticamente fue el protagonista en las 3 películas. Era cuestión de tiempo que aprovechasen el exagerado tirón del personaje y decidiesen realizar un largometraje del susodicho en solitario. Así que, ya podéis imaginarme yendo al cine, prácticamente el día del estreno, con gran entusiasmo y una gran sonrisa en el rostro. Pues bien, hay pocas películas que tengan el dudoso honor de hacerme bajar la cara de vergüenza ajena durante su proyección. Esta es una de ellas. Salí del cine no ya defraudado, sino mosqueado. Hace poco decidí volver a verla, porque mi novio todavía no la había visto y para averiguar si quizás, sin expectativa alguna, podría encontrarle alguna virtud que antes no viese por buscar tanto la fidelidad.

Pues no.

Me lo dicen mucho: no te gusta porque te has leído los cómics y las comparaciones son odiosas. Sí, desde luego que sí lo son. Pero cinematográficamente hablando esta… cosa no se sostiene, te leas los cómics o no. Es un batiburrillo incoherente, sin ritmo, que parece un pasapantallas cuyo objetivo es meter cuantos más elementos mejor, sin desarrollar ninguno y sin justificar su presencia en el guión. Es terrible porque intenta ser un fanservice sin comprender en absoluto el material de partida. Se sabe que Gavin Hood, el director, tuvo muchos problemas con la productora, y se nota, porque hay una falta de pasión tremenda por lo que se cuenta y sí mucha espectacularidad forzada y vacía, que sin contexto emocional se cae como un castillo de naipes.

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Y da pena, mucha pena. Porque el potencial para contar la historia de origen del personaje es grande y hasta hay margen de sobra para hacerlo mejor que en los cómics. Pero la parte de Arma-X apenas se rasca en la superficie, con unos pocos minutos les sobra para mostrar el «trauma» (inexistente en el filme) del proceso de inserción de adamantium en los huesos. Pero eso sería lo de menos si se hubiesen preocupado por darle algo de personalidad a Logan, que se pasea por todo el filme como un pelele sin inteligencia, manipulado y manoseado vilmente sin que se cuestione las cosas o tome la iniciativa. El único carisma se encuentra en su actor, porque lo que es en el guion es inexistente. Su hermano, Dientes de Sable (parentesco que me importa un bledo, sobre todo cuando el actor me gusta tantísimo para el villano) carece de motivaciones claras, solo hace tonterías sin sentido y sin ninguna lógica detrás. Aparecen un montón de personajes sin ningún propósito en la historia: Gámbito, Mole, Cíclope, Emma, Xavier… solo por decirle al espectador: eh, mira, es una película de X-men. No se preocuparon en absoluto porque tuvieran siquiera un simple diálogo trascendente. No hay un enfoque claro y además, por si todo esto fuera poco, algunas escenas se cargan totalmente el dramatismo y la trascendencia que supuestamente debería tener la película. Cosas como el momento «he roto un baño en una casa ajena y a nadie le importa» o la forma en que simulan cierta muerte que, en serio, es para que los guionistas se lo hagan mirar. Y no hablemos ya de cómo adaptan a Deadpool, cuya única virtud es que ello empujó a Reynolds a realizar una película en solitario del personaje bastante mejor que este despropósito monumental.

No, el revisionado y los años no le han sentado nada bien. No es de esos casos en los que el tiempo pone en contexto un filme o disculpa sus errores. Al revés, el nivel del género en el cine ha subido tanto desde entonces que ha hecho que este producto de Serie-Z (hasta los efectos especiales se ven baratos) sea olvidado hasta por la propia productora, que se digna a borrar todo rastro del mismo en las secuelas. Para olvidar.

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