La guerra del planeta de los simios (War for the Planet of the Apes) 2017.

No lo negaré, tengo cierta implicación personal con las películas de esta saga. Esto se debe a que vi la primera, la original, con mi padre hace muchos años y me gustó tanto, pese a ser un niño que no entendió ni la mitad de lo que ofrecía, que le pregunté por más. Me sorprendió el final de esa primera entrega (obviamente) y tenía mis dudas sobre cómo había llegado la humanidad a ser desplazada por unos simios inteligentes. Con detalle, mi padre me explicó el argumento de las secuelas-precuelas que se hicieron posteriormente. No os podéis ni imaginar lo geniales que se vislumbraban en mi cabeza. Me volvía loco por verlas, por ver reflejado en la pequeña pantalla todo aquello que en mi imaginación se me antojaba asombroso. Mi decepción fue, como podéis imaginar aquellos que hayáis visto la saga antigua, mayúscula: ni de niño me gustaron esas películas. Me parecían baratas, flojas, aburridas… De adulto las volví a ver y solo la primera, y como mucho la tercera (aunque su premisa sea atroz), me parecen buenas. El resto, simplemente, no están a la altura ni de mis expectativas ni del potencial que posee la premisa.

Entonces Fox reinició la saga y me quedé con la boca abierta. Tanto el Amanecer del Planeta de los Simios como el Origen me asombraron. Esas películas SÍ se aproximaban a mi idea de lo que debería ser el camino hacia un futuro distópico gobernado por simios, un buen desarrollo de cómo éstos acabaron superándonos después de obtener la inteligencia necesaria para ello. Me gustó tanto la segunda que no veía el momento de ver la tercera, el cierre no ya solo de una historia potente, sino de un personaje tan inesperadamente sugestivo como es César.

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El desenlace que ofrece esta película posee un paralelismo muy bien urdido hacia la original de Charlton Heston que no se reduce única y exclusivamente a varios nombres en plan homenaje o a algunas frases. No, toda esta película gira en torno a ella, pero de una forma nada forzada y desde un prisma muy distinto. No solo porque la situación se invierte y son los simios quienes están a merced de los humanos, sino porque el tono es totalmente distinto, es cine bélico crepuscular. Y como tal funciona a las mil maravillas.

Es verdad que la historia presenta algunos problemas (unos un poco quisquillosos, otros no tanto) y quizá el camino escogido pueda ser un poco decepcionante para quienes esperasen más guerra entre simios y humanos y menos introspección. Pero, para quien esto escribe, resulta muy agradecido que se preocupasen tantísimo por los personajes y por la ambigüedad entre ambos bandos. No deja de ser cierto que estos simios son quizá los más pacifistas de toda la saga, pero eso no quiere decir que los humanos sean todos unos hijos de puta sin escrúpulos. La película mantiene bien los grises sin llegar a los extremos, el personaje de Woody Harrelson, reminiscencias a Apocalipsis Now aparte, tiene unas motivaciones perfectamente creíbles y puedes entender por qué la situación le ha obligado a ser como es. Habría sido muy fácil convertirlo en un simple villano, pero es mucho más que eso, y sirve precisamente para hacer de César un personaje más imperfecto, casi desmitificado, pese a que el filme lo eleva conceptualmete a lo bíblico, como si un Moisés rescatando a su pueblo de sus esclavistas, llevándolo a la Tierra Prometida, se tratase. Pero no, lo genial es que César, como el líder que nunca quiso ser, se desvincula bastantes veces de su pueblo, regresando solo cuando la situación le obliga a ello. Lejos de ser un Gary Stu de manual, lo que hace en todo momento es elegir su propio camino, luchando por no ser Koba, tratando de no dejarse llevar por su propia oscuridad. Como antítesis perfecta del humano que está mucho más cómodo en su posición.

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Hay muchas capas que rascar, muchas que te hacen olvidar los defectos, que algunos tiene. Pero lo principal de todo, lo que realmente me fascinó hasta el punto de quedarme absorto casi todo el tiempo mirando a la pantalla, fueron los efectos digitales. Son asombrosos. Es increíble cómo han perfeccionado la animación de los simios, ya en la segunda fueron impresionantes, pero con esta se han superado, intentas ver alguna falla y es casi imposible. Además, los realizadores no tienen miedo alguno, los simios se revuelcan entre la nieve, el barro, son mojados por la lluvia, pintados, ensangrentados… Y en ningún momento pierden verosimilitud. Incluso se permiten muchísimas escenas donde la cámara simplemente se queda fija en un primer plano con alguno de los simios observando y respirando y no solo la actuación es maravillosa, es que de alguna forma te cuesta horrores creer que eso es digital. César existe, Bad Ape existe, Rocket y Maurice también. Cualquiera. Creo que nunca vi un trabajo digital como este, ni siquiera en La vida de Pi o en el live-action de El libro de la Selva. Para quienes afirmen que todo era mejor cuando se hacía con marionetas y otros elementos, que miren esta película, callará a muchos detractores de las nuevas tecnologías.

Me ha encantado. Me parece un cierre perfecto para la trilogía y un deseo cumplido, ya que por fin vi lo que mi padre me contó cuando era niño reflejado en carne, hueso y CGI con la fuerza y la intensidad con la que lo imaginaba. Incluso mejor, porque en mi vida imaginé un personaje tan fascinante como César, que se ha ganado el derecho a ser quizá el más complejo e interesante de toda la saga, tanto nuevas como viejas. Hay que verlo para creerlo.

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