Don’t Knock Twice 2016.

Madre mía, señoras y señores, qué difícil se hace ver películas de terror últimamente, con o sin recomendación. Da lo mismo, desde la mejor valorada a la más ninguneada: es difícil acertar. A veces me pregunto si es que tenemos las expectativas muy altas o si realmente el género está de capa caída. ¿Un poco de las dos cosas, tal vez? Ni idea. Vamos a la que nos ocupa.

La premisa es simple, pero podría ser muy efectiva: tocando dos veces a la puerta de una casa maldita, te acaba persiguiendo un ser terrorífico de tiempos pretéritos que quiere devorarte desde su guarida, invocado por el habitante de dicha vivienda antes de su muerte. Hasta ahí bastante sencillo, ¿no? Pues olvidaos, que no sé cómo pero el filme se las apaña para enredarlo todo con varios giros inesperados (que lo son porque, joder, podrían ser de cualquier forma, todo vale) del tipo «sí, pero no, olvídate de lo anterior» que, lejos de hacer más interesante la historia, lo único que hacen es enmarañarla innecesariamente hasta que pierde toda coherencia y sentido. Nunca imaginaréis quién está detrás de todo, pero no por la habilidad de los guionistas, sino porque es absurdo y logran que te importe tres cominos. Y no hablemos ya de la falta absoluta de coherencia en cuanto a las habilidades del monstruo, que puede hacer mil cosas aleatorias según le conviene al guion. Un desastre.

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Y es una pena, porque la ambientación no está del todo mal, por no hablar de que cuentan con el célebre Javier Botet, el paisano que se hizo famoso a raíz de la saga REC interpretando a la niña Medeiros y a los monstruos de El laberinto del Fauno, entre otros. Totalmente desaprovechado aquí, como era de esperar. Su silueta es inconfundible, y queda de lujo, pero apenas hace acto de aparición y tampoco es que el guion le haga un favor para implicarnos emocionalmente en la escena. Tampoco es que haga nada que no le hayamos visto ya hacer en otras películas, ya que básicamente se limita en andar raro a cuatro patas. Tristemente, sin embargo, es lo mejor del largometraje. Que no es decir mucho, pero al menos es más creíble que las protagonistas, que hacen lo que pueden pero se ven incapaces de levantar una historia tan desastrosa como esta.

Lo realmente jodido es que, pese a todo, no es de lo peor que he visto del género últimamente. Y mira que podría hacer oposiciones para ello. Así está el percal.

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